Durante la peste que asoló la ciudad de Florencia
en 1348,
y de la que el autor fue testigo, diez jóvenes (tres hombres y siete
mujeres) se reúnen en la iglesia de Santa
Isabel María Novella y toman la decisión
de retirarse a una villa alejada de la ciudad para escapar a la
peste.
En este lugar, para
evitar recordar los horrores que han dejado atrás, los jóvenes se
dedican a relatarse cuentos los unos a los otros. Permanecen en la
villa durante catorce días, pero los viernes y los sábados no
relatan cuentos, por lo que sólo se cuentan historias durante diez
días (de ahí el título de la obra). Cada día uno de los jóvenes
actúa como «rey» y decide el tema sobre el que versarán los
cuentos (excepto los días primero y noveno, en los que los cuentos
son de tema libre). En total, se cuentan 100 relatos, de desigual
extensión.
Las fuentes de
Boccaccio son variadas: van desde los clásicos grecolatinos hasta
los fabliaux franceses medievales.
El Decamerón es
la primera obra en prosa italiana que sienta las bases del moderno
arte de novelar, pues lo que Dante y Petrarca hicieron en verso,
Boccaccio lo hizo en prosa. La base lingüística del autor es el
florentino ilustre pero, dado que en el Decamerón hay
diez narradores, se dan diferentes niveles en función de quién
tenga la palabra. Hay, por lo tanto, un plurilingüismo muy grande.
Boccaccio da forma a la prosa italiana, derivándola del latín y
trasladándola a la lengua vulgar, al florentino literario de los
siglos XIII y XIV.
El tono vitalista,
atrevido y despreocupado significa el final del espíritu medieval y
da la bienvenida a la nueva mentalidad renacentista.
Nombre original: Corbaccio.
Es un relato cuya trama, tenue y artificiosa, no es más que un
pretexto para un debate moral y satírico. Tanto por su tono como por
su finalidad, la obra se inscribe en la tradición de la literatura
misógina. Aquí desahoga su resentimiento por otro desengaño
amoroso, fustigando (Corbaccio, látigo) duramente los vicios
y tretas femeninas. La mujer, espiritualizada en Dante e idealizada
en Petrarca, es contemplada aquí con total realismo y humanidad.
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