lunes, 28 de octubre de 2013

Obras en su madurez

- Decamerón

Durante la peste que asoló la ciudad de Florencia en 1348, y de la que el autor fue testigo, diez jóvenes (tres hombres y siete mujeres) se reúnen en la iglesia de Santa Isabel María Novella y toman la decisión de retirarse a una villa alejada de la ciudad para escapar a la peste.
En este lugar, para evitar recordar los horrores que han dejado atrás, los jóvenes se dedican a relatarse cuentos los unos a los otros. Permanecen en la villa durante catorce días, pero los viernes y los sábados no relatan cuentos, por lo que sólo se cuentan historias durante diez días (de ahí el título de la obra). Cada día uno de los jóvenes actúa como «rey» y decide el tema sobre el que versarán los cuentos (excepto los días primero y noveno, en los que los cuentos son de tema libre). En total, se cuentan 100 relatos, de desigual extensión.
El título de la obra no es gratuito (Deca hemeron, diez días) y tampoco que esté en griego, y es que el autor era un entusiasta de este idioma y, de hecho, fue quien introdujo estudios de griego en Italia (el latín seguía presente pero el griego no se conocía) llevando al país a intelectuales bizantinos.
Las fuentes de Boccaccio son variadas: van desde los clásicos grecolatinos hasta los fabliaux franceses medievales.
El Decamerón es la primera obra en prosa italiana que sienta las bases del moderno arte de novelar, pues lo que Dante y Petrarca hicieron en verso, Boccaccio lo hizo en prosa. La base lingüística del autor es el florentino ilustre pero, dado que en el Decamerón hay diez narradores, se dan diferentes niveles en función de quién tenga la palabra. Hay, por lo tanto, un plurilingüismo muy grande. Boccaccio da forma a la prosa italiana, derivándola del latín y trasladándola a la lengua vulgar, al florentino literario de los siglos XIII y XIV.

 -El Corbacho 



Nombre original: Corbaccio. Es un relato cuya trama, tenue y artificiosa, no es más que un pretexto para un debate moral y satírico. Tanto por su tono como por su finalidad, la obra se inscribe en la tradición de la literatura misógina. Aquí desahoga su resentimiento por otro desengaño amoroso, fustigando (Corbaccio, látigo) duramente los vicios y tretas femeninas. La mujer, espiritualizada en Dante e idealizada en Petrarca, es contemplada aquí con total realismo y humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario